Por Roberto Famá Hernández
La inversión extranjera en la india no para; a los inversores les agrada encontrar trabajadores angloparlantes, calificados y baratos, la apertura del sector de comercio minorista también los seduce y la "Grieta" por las "vacas sagradas" no los intranquiliza, todo lo contrario.
Cuenta un colega
de Reuters, llamado Krishna N. Das, que estaba terminando una entrevista con el jefe
de un grupo de gau rakshaks – vigilantes hindúes "protectores de
vacas" en la India - cuando el hombre le dio un consejo de despedida: "Avíseme si alguien le causa problemas
aquí. Incluida la policía. Nadie se atreve a tocar a nuestra gente aquí”.
Así están
las cosas en la India; grupos parapoliciales con poder, peligrosa división en la población e inversiones
extranjeras crecientes y un incremento notable de la desigualdad, desde que Narendra Modi asumió el poder como Primer
Ministro de la India en mayo de 2014, tras la victoria de su partido, el ultra
nacionalista de la derecha hindú Bharatiya Janata Party (BJP).
El BJP
quiere “la unión de todos los hombres y mujeres de la India” pero esa homogeneidad
es obligatoria, todos bajo la misma religión, la hinduista, claro, que es
mayoritaria pero que pretende subordinar a todas las demás religiones,
especialmente a la musulmana que representa el 14% de la población.
Una
creciente ola de nacionalismo religioso ultraconservador se impone, pero poco o
nada le importa a los inversores extranjeros, al contrario, sirve para tapar la corrupción y la creciente desigualdad social; mano de obra cada vez más barata y un Estado corrompible.
Los grupos de gau rakshaks tienen más poder que la policía. Se han apoderado en el año de 190.000 vacas que para ellos son sagradas, pero para muchos musulmanes son su sustento. Los gau rakshaks le venden las vacas confiscadas a los musulmanes, a los granjeros hinduistas.
Los grupos de gau rakshaks tienen más poder que la policía. Se han apoderado en el año de 190.000 vacas que para ellos son sagradas, pero para muchos musulmanes son su sustento. Los gau rakshaks le venden las vacas confiscadas a los musulmanes, a los granjeros hinduistas.
Un caso
paradigmático de lo grave que se torna ya la situación de división social, es el de Pehlu Khan, un
granjero musulmán de 55 años que fue asesinado en abril cuando viajaba a su casa
desde una feria de ganado con sus dos hijos. Una multitud enojada los detuvo
después de ver dos vacas y dos terneros en la parte trasera de su camión y lo
acusaron de inmediato de querer matar a los animales. Golpearon a la familia Khan en el medio del
camino. La golpiza terminó con la vida de Pehlu Khan y fue filmada por un
teléfono celular y repetidamente televisada en toda la India. Lo pisotearon y
golpearon delante de su familia, mientras el pobre hombre, tendido sobre el
piso pedía clemencia.
Un día
después del ataque a Khan y su familia, la policía comenzó una investigación
contra ellos en virtud de la ley estatal que prohíbe la matanza de vacas. Pehlu
Khan no quería faenar a las vacas como esgrimieron sus agresores, el
comercializaba la leche, lo que no está prohibido.
El colega de
Reuters rastreó luego la red de distribución de la leche de Pehlu Khan. Dio
primero con el comerciante que le compró la leche y luego visitó la compañía
láctea regional que compró al comerciante. El hombre a cargo de la compañía
regional le dijo que "el asesinato de Pehlu Khan era correcto". En la
India, dijo, es necesario "controlar a la población musulmana".
El juez que
entendió en el caso, tomó por cierta la palabra de los agresores que dijeron
que las vacas estaban atadas juntas en la boca y, el juez sentenció: "nuestra sociedad no permite que los
animales sean tratados de una manera inhumana".
Mientras el
pueblo se divide por los fanatismos religiosos fomentados desde el poder, el
club de multimillonarios en la India que no tenía, hace pocos años, más de 12
miembros, hoy está constituido por 61, con una riqueza en conjunto cercana a U$D 250.000.000.000, por lo cual, para algunas
mediciones, India queda ubicada sólo detrás de Rusia como una de las economías
con mayor concentración de riqueza. Queda claro que la otra grieta, la
verdadera, la de los que tienen cada vez menos y los que tienen cada vez más, se
agranda, mientras abajo se pelean por la majestad de las vacas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario