El complejo tema de
la venta callejera
no se arregla con
represión policial.
Hace pocos días nomás, la
esquina de Acoyte y Rivadavia, amaneció con un despliegue policial sobredimensionado,
porque la razón convocante eran “los manteros” y las fuerzas de seguridad
desplegadas a lo largo de 10 o 12 cuadras, desde Primera Junta hasta Rivadavia al
4400 sumaron más de 2.000 efectivos, carros hidrantes, motos, camiones
celulares, ambulancias, etcétera. Cualquier vecino podría creer que estaban por
capturar en el barrio al narco más peligroso del mundo, pero no, esto sucedió y
sucede porque para terminar con el complejo tema de los manteros, el gobierno
de la Ciudad sólo sabe desplegar fuerzas de represión, haciendo marketing
político ante media docenas de móviles televisivos que le muestran a los
vecinos, quién es el que la tiene más larga; si los “negros de mierda” con sus
sucias mantas o el gobierno de la gente como uno, porque en todo estás vos.
Sobre cada manta se extiende
muy probablemente un negocio ilegal bastoneado por mafias, pero sobre esa manta
también se extiende la esperanza de llevar una papa a la cacerola. Cada manta
es una manta con pretensiones de mantel, cada “negro de mierda” es alguien que al
frío al sol del verano, espera ganar lo mínimo necesario para seguir luchando.
Ni las mafias del contrabando
o del trabajo esclavo en talleres clandestinos, ni la necesidad de sobrevivir
de los “negros de mierda” se soluciona con fuerzas represivas, es tan absurdo
plantearlo que ni puede discutirse.
Se ha planteado la posibilidad
de censar a todos los manteros, saber cuántos y quiénes son, para ofrecerles
luego ubicarlos en algún lugar donde no se mezclen los “negros de mierda” con
la gente como uno. Y aquí nace el primer problema; los “negros de mierda” saben
por experiencias similares que esos censos sirven para la
persecución policial y el acoso individual. Por otra parte, los lugares donde “no
molesten” son los lugares donde no pueden vender porque no hay público
comprador.
La mejor manera de terminar
con las mafias ilegales que se esconden detrás de los “negros de mierda” es
lograr que los manteros ingresen a un nuevo circuito legal, comercialmente
sustentable, con capitación de oficios y trabajo cooperativo, donde puedan trabajar libremente, con pago de
impuestos, aportes y sistema de salud solidario. Este objetivo se puede lograr,
pero debe lograrse con voluntad política en la Legislatura Porteña y con suma
urgencia en los acuerdos, porque hoy las fuerzas represivas impiden las mantas
sobre las veredas, pero impiden también los manteles sobre la mesa.
OPINIONES:
Los manteros que fueron
desalojados de la zona de Acoyte y Rivadavia en el barrio porteño de Caballito
hace diez días cortaban este miércoles tres carriles de Av Rivadavia en
protesta para volver a su actividad, ya que consideraron que el desalojo se
debió "a las políticas de ajuste que aplicaron los sucesivos
gobiernos".
"Hace dos semanas que nos
sacaron de la calle por orden de un fiscal con la excusa de que iban a sacar a
las mafias, y todavía no nos dejan volver a trabajar para llevar el pan a
nuestras casas", dijo Omar Guaraz, de la agrupación Vendedores libres. Y
explicó que esperan "que se abra un canal de diálogo", y advirtió que
si eso no sucede saldrán "a trabajar organizadamente de nuevo, esperando
que el Estado pueda distinguir trabajadores de mafias".
"Somos perseguidos como
si fuéramos ladrones cuando no lo somos, como así tampoco redes, ni mafia ni
punteros, por eso nos convocamos y protestamos", remarcó.
Sobre los manteros, el
diputado Alejandro Bodart (MST-Nueva Izquierda) -autor de un proyecto de ley de
regulación- afirmó: “Estas actividades que realizan para subsistir, como los
trapitos, son hijas de la crisis social. Por eso la solución es regular y no
reprimir como quiere Macri, ya que la prohibición siempre favorece a las
mafias. Mi propuesta es reglamentar la venta en la vía pública mediante un
registro, permisos con obligaciones y control del origen legal de la
mercadería.”
Silvia Galvan: Que tema tan controversial. Yo escuchaba el
otro día en un bar de Rivadavia y Uriburu por ahí nomas. A dos señores que no
pude identificar bien su tonada, pero uno dijo ser de Chile. Hablaban muy mal
de nuestro país, de nosotros decian que eramos unos vagos, y humillaban a las
mujeres que ellos tienen trabajando en forma ilicita, porque más allá de vender
sobre una manta, por lo que escuche de estos señores (si se les puede llamar asa)
si no llegan a ganar en el día lo estipulado por ellos, a trabajar en la noche.
Y con el desprecio que hablaban de las niñas que hacen trabajar. Esa vieja de
tal calle se queja que no vende, le di la mejor esquina, se cree que tiene 16
años, ya está estropeada la vieja, tiene 32 años. Que horror!!!! Como se combate
semejante barbaridad???? Ellos estaban sentados en un bar con aire
acondicionado mientras esperaban que llegue la hora de ir a recaudar. Tomaban café
y hasta almorzaron. Mientras sus propias compatriotas no tienen ni para un vaso
de agua. Que terrible es el ser humano.
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